25 julio 2015

Este Jueves, relato. Viaje a un lugar imaginario. Cierre de convocatoria





Esta semana proponía un viaje, una pequeña escapada a cualquier lugar que pudiéramos o quisiéramos visitar o sobre el que nos apeteciera contar algo. Y lo cierto es que mis expectativas se han visto superadas con creces porque hemos viajado mucho. Hemos visto puentes, islas, ínsulas, bajado a los mismos infiernos, costas irlandesas, hemos asistido a batallas míticas, descubierto instrumentos; hemos estado en el lejano oeste y en una Verona más que cercana, utopías más que dudosas, países de nunca jamás y hemos percibido la desolación en más de uno...han sido todos, relatos fantásticos en todos los sentidos, refrescantes. Son ustedes unos auténticos genios creadores.

Muchas gracias a todos por vuestra participación e imaginación. Ha sido una experiencia más que grata esta coordinación. Espero que les haya gustado y si algún fallo ha habido perdón pido él.

Y ahora pasamos el testigo a Maribel, que nos convocará para este próximo jueves. Gracias. Nos vemos en las letras.  

24 julio 2015

Este Jueves, relato: Historias, Personajes en un lugar imaginario

Y casi a última hora. Aquí dejo mi aportación al tema de esta convocatoria.


De la foto que cuelga en el salón de la asociación de cazadores de Luvina, no queda nadie. Ni siquiera los que entonces, cuando fue tomada, éramos niños. Fue en el patio de la casa de D. Gumersindo que tenía aquellas columnas de madera y aquel suelo empedrado que se te clavaba en el culo cuando estabas sentado. Los mayores aparecían con sus flamantes Winchester, mientras que los niños llevámos unas Benjamin Sheridan. Todas las tenía D. Gumersindo en su armero y las había cedido para la asociación. Él ya no tiraba a nada y en Luvina una plaga de coyotes, se decía, estaba acabando con lo poco que había para llevarse a la boca. Era raro el día en que no aparecían gallinas muertas o algún burro o los perros que, con sus ladridos, tendrían que haber avisado que los coyotes andaban merodeando.


Desde que se creó la asociación, los hombres en vez de estar en el bar, organizaban batidas nocturnas en busca de alimañas. A pocos pasos de las afueras de Luvina, ya podían adivinarse sus diabólicos ojos brillantes y percibirse sus terribles aullidos, solo parecidos a los del viento que siempre sopla por acá.

Esas batidas fueron el fin de la asociación, porque por esa época ocurrió lo de aquellos niños. Antonio Parreño, aseguró que no era coyote sino demonio lo que vio y disparó todo el cargador sobre aquella oscura sombra. Algo parecido le ocurrió a José Somoza que, al final de sus días, aún no sabe contra qué disparó. Y así a muchos más, aunque no contaran lo que habían visto o no.

Lo cierto es que jamás se vio un coyote muerto en Luvina. Luego llegaron las venganzas y sus balaceras. Y después un tiempo de silencio, únicamente roto por el ulular del viento entre el follaje seco que todo lo abarca.

Y más tarde, volvieron los aullidos a las noches, aún más fuertes, más humanos. Y volvieron a verse por los alrededores de Luvina, aquellos ojos brillantes, acechadores a los que siguieron las sombras y el viento y el polvo,  como un mal sueño.


21 julio 2015

Imágenes

 Por si no encontráis imágenes con las que iluminar, más si cabe, vuestros textos, aquí os dejo algunas...












(Nota: todas las imágenes son de internet. Si alguna tuviera derechos de autor, póngase en contacto con el administrador del blog y será inmediatamente retirada)

19 julio 2015

Este Jueves, Relato: Propuesta



Llevo participando unas cuantas convocatorias en estos jueves literarios y he pensado que podía ser buen momento para lanzarme a coordinar uno. Para ello he estado dándole vueltas a muchos temas que se me ocurrían sobre los que escribir. Y como suele suceder en estos casos, uno se queda con el más raro, original si quieren o estrambótico (pueden calificarlo como gusten). 

Ahora que por estos lares y otros muchos estamos pensando en coger vacaciones o buscar un lugar en el que pasarlas...o que todos tenemos en la mente un lugar fantástico en el que nos gustaría vivir o por lo menos visitar, mi propuesta es esa. Que sitúen la historia en un lugar fantástico, irreal, imaginario y que en el mismo se desarrolle. Que ustedes o el personaje de que se trate, viva o pase o visite el lugar imaginario. Les propongo unos cuantos y lo dejo abierto por si a alguien se le ocurre algún otro: 
  • La ínsula Barataria que aparece en el Quijote.
  • Luvina, extraído de los textos de Juan Rulfo.
  • Macondo, que creara Gabriel García Márquez.
  • Antíbula, que aparece en las novelas de Fernando Aramburu.
  • El País de las Maravillas, en el que Alicia también se perdió. 
  • Un lugar de la Mancha del que Cervantes no se quiso acordar. 
  • El País de Nunca Jamás de Peter Pan.
  • Liliput o Balnibarbi de los Viajes de Gulliver.
  • ...cualquier otro que conozcan o se les ocurra...eso sí, con cita para poder situarnos por si queremos el resto visitarlo...
Espero sus propuestas a partir de el miércoles. Y recuerden las normas de Tésalo en cuanto a extensión y demás reglas para la participación. Pido de antemano disculpas por si hubiere cualquier fallo y deseo que les guste la propuesta. 

09 julio 2015

Este Jueves, relato: Sucedió en un tren

Debíamos continuar la historia donde Alfredo la dejaba, así que allí vamos.

Su voz era como un susurro, hablaba y hablaba sin escatimar en detalles. A esas horas de la noche, los pormenores sobre la historia de nuestra familia me adormecían sin poder evitarlo. El abuelo repetía una y otra vez la aventura de aquel viaje en el que una vez en el tren los rociaron con un líquido apestoso que no sabían lo que era. El vagón estaba lleno, tanto, que no cabían nada más que de pie. Nos contaba cómo él había recorrido esos mismos parajes la primavera anterior y, entre los escombros de la guerra aún pudo ver cómo la hierba seguía creciendo y las florecillas acudían fieles a su cita con la estación tierna.

Al fondo estaría la montaña por la que intentó huir sin éxito. Quizá hiciera el mismo frío que esta noche. Poco a poco la voz del abuelo se fue alejando. Solo algún traqueteo del tren lograba despertarme un poco. Tenía una pesadilla. Ladraban perros feroces, había luces fuertes e indeterminadas que marcaban grises caminos. El vaho de los judios se mezclaba con la saliva de los soldados y el calor de los canes…De repente me desperté.

El tren estaba parado. Salzburg. Todos habían bajado a por un café y un cigarrillo. Él también fumó. Y fue al baño. Fue allí donde decidió que no quería seguir ese viaje nostálgico al dolor. Con todo el ajetreo nadie se daría cuenta. Esperó un poco y salió justo en el momento en que el tren abandonaba la estación…


03 julio 2015

Este Jueves, Relato: Un día en la vida

Esta semana nos propone Juan Carlos, que escribamos sobre un día en la vida. La verdad es que he de reconocer que se me ha hecho difícil y que me he pasado un poco con las palabras, pero creo que era mejor publicarlo que dejarlo en el tintero, no quería faltar. Espero sepan disculparme y que les guste mi aportación.

María pensó que aquella era la primera mañana del otoño, a pesar de encontrarse a mitad de junio. Soplaba una brisa que hacía apetecible tomar el café en la terraza. El sol todavía no había terminado de despuntar y el único ruido que había era el de los pájaros piadores y perezosos aún en esas primeras horas del día.

María puso y tendió una lavadora. Justo cuando ponía la última pinza oyó como empezaba a borbotear el café en la cocina. Lo dejó que terminase de chisporrotear y, se sirvió una taza que cortó con un poco de leche. Miró la hora en el reloj de la cocina, las ocho. A esa hora, su niño, porque a pesar de tener ya treinta años, nunca dejaría de ser su niño, debería estar llegando. De un momento a otro tendría que llamar.

Salió a la terraza y con el semanal del domingo anterior sorbió poco a poco la tranquilidad de la hora. El sol seguía su riguroso camino y secaría la ropa en un momento. Un artículo de Javier Marías, otro del pedante de Manuel Rivas, el de Almudena Grandes, y la sensación de bienestar que aumentaba con el calorcito del estómago lleno.

Terminó y se acercó de nuevo a la cocina. La recogió, mirando de reojo el reloj. Debería haber llegado ya y, debería haber llamado. Pero no. En fin, no quería ser de esas madres pesadas. Ya llamará.

Hizo el resto de cosas de la casa, la comida. Comió oyendo de fondo las noticias por entretenerse. El tic-tac del reloj de la cocina, comenzaba a hacérsele insoportable. No, me niego a estar al lado del teléfono esperando una llamada que no se si se producirá.

Transcurría la tarde y, ya buscaba cualquier excusa para acercarse a la cocina a mirar la hora. Terminó llamando al móvil. Aparecía desconectado. Se sentó en el sillón y esperó junto al inalámbrico.

Cayó la noche y siguió esperando, sentada, rígida. Nunca pensó que ese sillón pudiera ser incómodo. Pero lo es si de lo que se trata es de esperar una llamada. Tampoco el sonido del reloj de la cocina le había parecido odioso. Pero también lo es, cuando se espera en un día cualquiera.