30 octubre 2015

Este Jueves, Relato: Los Olores

Esta semana nos invita Dorotea a hablar de la magia de los olores. Después de unas cuantas semanas sin participar y, aunque no me gusta el relato que he hecho, he considerado mejor participar. Ahí va mi aportación 



Nunca podría dejarte. Creo que no podría empezar con nadie que oliera de manera diferente a como tú lo haces. No podría acostumbrarme a otro olor que no fuera el tuyo. Ese olor blanco de Pôeme que aparece en tu cuello todas las mañanas. O el olor azul de tus ojos silenciosos y profundos.

Tampoco creo que me acostumbrara a un olor que no fuera el de nuestra casa. Un poco especiado y cálido. Naranja. O a otro aroma distinto al del café que trajimos de Oporto y que recorre una por una todas las estancias por las mañanas.

Al de nuestro sofá cuando estamos tumbados y tapados con nuestra manta de cuadros escoceses y lo único que  se oye de fondo es el sonido de tu respiración sobre el telón de la noche.

No. No podría dejarte. Me daría una pereza enorme tener que comenzar de nuevo, oler otras cosas, otras casas, otras personas. Quizás otros niños pequeños. Tener que oler legajos rancios de abogados, olfatear discusiones y negras soledades.

No. Prefiero guardar en pequeños segundos nuestras esencias para poder rescatarlas  si llega el día en que, de tanto amor, pierdo el olfato.


18 septiembre 2015

Este Jueves, Relato: Un retrato

Este jueves nos invita Juan Carlos a que "nos retratemos" o que retratemos o que describamos. En definitiva que pintemos, que es a lo que nos dedicamos, pero con las letras. Ahí va mi minúscula pintura.

Después de un rato en el que nadie hablaba, J. rasgó el silencio y preguntó por el retrato de papá. Todos se miraron. Tic, tac. El reloj de péndulo colgado en la pared seguía haciendo su trabajo a pesar de todo. Era cierto, no se encontraba en la pared. En su lugar una cuadrada mancha blanca, más clara la pintura en ese trozo.

A papá le hacía mucha ilusión ese retrato porque lo había pintado la abuela.

No sé, dijo T.,  alguien se lo habrá llevado.

¿Para qué querría nadie llevarse un retrato? ¿Es que estamos como en el pueblo en el que hay que guardar las cosas de valor para que no se las lleven las vecinas que venían al velatorio?

Pues no está y punto, terció V. 

Tic, tac.

Pues papá me decía que sería para mi, insistió J. Yo de pequeño me quedaba como un niño tonto mirándolo durante mucho rato. No se parecía a papá, ni por los rasgos, ni por los colores. La abuela había pintado otra cosa, otra cara, pero creo que todos sabíamos que era papá.

O de verlo tanto tiempo ahí, todos pensamos que era papá, sollozó C.

Pues lo quería, lo quería, me encantaba y era para mí. Y ahora no está, y alguien se lo ha llevado. Lo quiero, si alguno de vosotros lo tiene que me lo de, por favor. Quiero mirarlo…ya le tenía un sitio reservado en casa, su rincón favorito.

Todos se miraron. Tic, tac…

Ayer a estas horas…, empezó C.

Todos chistaron a la vez e interrumpieron a C. Tic, tac. El sol se estaba yendo y, de nuevo haría largas las sombras de los edificios sobre la gran avenida. Tic, tac.

¿Queréis cenar algo?

No, mamá, indicaron todos al unísono. 

Tic, tac. J. se levantó y paró el péndulo. Dio un beso a todos, uno por uno y se marchó. Sus pasos retumbaron por el pasillo porque la casa estaba un poco más vacía.   

04 septiembre 2015

Este Jueves, Relato: Leyendas de mi tierra

Este jueves nos invita Perla Gris  a escribir sobre leyendas de mi tierra. He de decir que me he encontrado no con un inconveniente sino con varios, tantos como los sitios a los que me siento ligado. Soy de Murcia, vivo en Ocaña (Toledo), paso mucho tiempo en Aranjuez y siento un apego muy grande por Mota del Cuervo, por razones de peso. Así que he tenido difícil, lo de elegir leyenda. Me he decantado por algo que oí o me contaron de aquí donde vivo...ruego me disculpen porque me he pasado un poco de palabras pero era complicado resumir la historia y la persona que lo contó era prolija en detalles...




Para montar un negocio, lo primero que hay que tener es una buena idea. Y luego que no haya factores o circunstancias externos que hagan que el negocio pueda no funcionar. Pues bien, en el bajo que se encuentra en el bulevar junto al Casino y que hace esquina, ningún negocio prospera. Y eso que el bajo es amplio y se encuentra muy bien situado cerca de la Plaza Mayor.

Con anterioridad no sé lo que habría. Pero desde que vivo aquí, han fracasado un bar, con lo que es un bar en este país y una entidad bancaria. Ni más ni menos. En la oficina de la entidad bancaria conocía yo al director. Tomábamos café algunas mañanas. En la inauguración, me enseñó las instalaciones. En la planta baja, la oficina propiamente dicha. En la primera planta, un par de despachos. Y en la última, en una antigua vivienda, los archivos. 

Al principio todo era normal. Pero con el tiempo, las cajas y papeles se acumulaban en la planta baja. Los empleados no querían subir al archivo. Decían que se oían ruidos extraños, bufidos de bestia, gruñidos. Alguna caja había aparecido como mordida. Un becario dijo una vez que había visto una gárgola, pero real, enorme y verde. Se le había quedado mirando con sus pequeños ojos rojos. Parecida a la que desaguaba la lluvia del tejado. Lo cierto es que yo siempre vi a la gárgola bien colocada en la esquina. Aunque también lo es que no volví a ver al becario.


La mañana en que estaban desmontando la oficina, tomamos café en el Casino el director y yo. Coincidimos con P. R. que nos contó algo sobre una maldición echada sobre el edificio por una antigua dueña que murió sola y a la que encontraron al tiempo como petrificada. Unos dicen que se reencarnó en el bicho y que, de cuando en cuando, exige un pequeño sacrificio. Que a veces de ese tejado, aparte de agua, puede caer algo de sangre. Otros hablan del mismo diablo que habita en esas estancias. Sea como fuere, lo cierto es que no hay negocio que prospere en ese bajo y que alguna vieja se persigna al pasar por esa esquina…esté o no la gárgola.   

27 agosto 2015

Este Jueves, Relato: Fanfictions, etc...

Tras un periodo sin publicar por falta de infraestructura, me uno a esta convocatoria que nos hace el Demiurgo de Hurlingham en su blog. Yo he elegido cambiar un poquito un cuento. No se si cumplo exactamente con la convocatoria pero ahí va.




Con aquel portazo tras de sí, Caperucita Roja cerraba el capítulo más oscuro de su vida. Aquella mañana también llevaba la cestita con todo lo que su madre le había preparado para la abuela. El cuartillo de vino del tónel, el pan del cercano horno y todo el cóctel de medicinas que tomaba la abuela para sus distintas dolencias y que Caperucita había sacado de la farmacia la tarde anterior. Los nervios se le habían bajado al estómago que se removía amenazante, pero el bosque de hormigón urbanita no le pareció siniestro esa mañana. El verde tenía otro tono. El camino, otra veces pesado, le pareció más corto. Hasta empezó a gustarle el barrio alto donde vivía la abuela.

Al llegar a la casa, lo primero que hizo fue zafarse de esa horrible caperuza roja. Abuela, vengo para quedarme. La abuela le tocó la cara justo en el sitio morado junto al ojo. Como quieras mi niña. No dejaremos que el lobo te vuelva a tocar. Seguro que intentaría subir y hacer que volviera, de todos es sabido que a los lobos les gusta la carne bien fresca. Pero en eso ahora no pensaba. Ex Caperucita Roja, estaba acurrucada en el regazo de su abuela, viendo el show de Oprah y la resolución de esa imponente negra, junto al calor del sofá, le dieron una sensación de seguridad que no había tenido nunca hasta entonces.


Tal y como pensaban, fueron muchos los intentos de su madre para que volviera con ella a casa. Lloraba delante de la puerta, gritaba, gemía, amenazaba para implorar perdón a los pocos segundos. Todo hasta aquel día en que, yendo más allá, intentó reventar la puerta de una patada y, al abrir, lo único que vio enfrente fueron los cañones de una recortada. Nada más. El resto fue el sonido de un tiro muy cerca. El lobo cayó como un pelele de feria. La abuela soltó la escopeta aún humeante y buscó con la mirada a Caperucita Roja. La vio detrás en un rincón, junto al teléfono. De fondo ya, el sonido de las sirenas tardías de la policía. 

06 agosto 2015

Este Jueves Relato: Relatos del frío




Nos propone Dorotea esta semana que hablemos del frío. Y dado el tiempo que estamos padeciendo, vamos a refrescarnos un poco. Ahí va mi aportación.

Esta mañana el diario comentaba la noticia de que el tren que va al norte, hacia la montaña sagrada, había tenido que parar dos estaciones antes de lo que era habitual debido a la nieve. De haber seguido no habría podido llegar al templo de Tstasumoto, al pie de la montaña. La gente estaba molesta porque tampoco sabía si por la estrecha carretera que recorre toda la región de sur a norte iban a poder alcanzar su destino. Y justo en el festival de otoño, cuando más gente visita el templo sagrado. Pero esta vez parece que los dioses vuelven a jugar y han adelantado una tremenda nevada…

Los habitantes de la zona están ya más que acostumbrados al tono violeta que tiene la nieve en el norte. Ahora estarán preparando todo para el ceremonial del te. También sacando las mantas y los aperos de cara a la nueva estación. Estarán los arces ya desprendiéndose de la hoja y las zonas, antes boscosas, comenzarán a parecerse a los brazos de los viejos, y serán azotadas por el viento, y sonarán sus ramas como las tablillas litúrgicas en los santuarios.

Comenzarán por aquí y por allá a aparecer los humos de las chimeneas señalando dónde están las aldeas con sus casas y las casas con sus gentes. Y todo se hará más difícil en este país de nieve. Y silente se llegará el invierno que hace mínimas todas las cosas. Todo se para, se hace más lento. Se helarán las conversaciones que, desde este momento, vagarán enganchándose a las ramas de los matorrales como girones blancos de niebla y quedarán pendientes hasta la primavera.


Quedará el templo vacío, con sus monjes. Y la montaña sagrada, mostrará durante un tiempo sus más puras formas blancas, dominando como los dioses el destino de todos nosotros. 

25 julio 2015

Este Jueves, relato. Viaje a un lugar imaginario. Cierre de convocatoria





Esta semana proponía un viaje, una pequeña escapada a cualquier lugar que pudiéramos o quisiéramos visitar o sobre el que nos apeteciera contar algo. Y lo cierto es que mis expectativas se han visto superadas con creces porque hemos viajado mucho. Hemos visto puentes, islas, ínsulas, bajado a los mismos infiernos, costas irlandesas, hemos asistido a batallas míticas, descubierto instrumentos; hemos estado en el lejano oeste y en una Verona más que cercana, utopías más que dudosas, países de nunca jamás y hemos percibido la desolación en más de uno...han sido todos, relatos fantásticos en todos los sentidos, refrescantes. Son ustedes unos auténticos genios creadores.

Muchas gracias a todos por vuestra participación e imaginación. Ha sido una experiencia más que grata esta coordinación. Espero que les haya gustado y si algún fallo ha habido perdón pido él.

Y ahora pasamos el testigo a Maribel, que nos convocará para este próximo jueves. Gracias. Nos vemos en las letras.  

24 julio 2015

Este Jueves, relato: Historias, Personajes en un lugar imaginario

Y casi a última hora. Aquí dejo mi aportación al tema de esta convocatoria.


De la foto que cuelga en el salón de la asociación de cazadores de Luvina, no queda nadie. Ni siquiera los que entonces, cuando fue tomada, éramos niños. Fue en el patio de la casa de D. Gumersindo que tenía aquellas columnas de madera y aquel suelo empedrado que se te clavaba en el culo cuando estabas sentado. Los mayores aparecían con sus flamantes Winchester, mientras que los niños llevámos unas Benjamin Sheridan. Todas las tenía D. Gumersindo en su armero y las había cedido para la asociación. Él ya no tiraba a nada y en Luvina una plaga de coyotes, se decía, estaba acabando con lo poco que había para llevarse a la boca. Era raro el día en que no aparecían gallinas muertas o algún burro o los perros que, con sus ladridos, tendrían que haber avisado que los coyotes andaban merodeando.


Desde que se creó la asociación, los hombres en vez de estar en el bar, organizaban batidas nocturnas en busca de alimañas. A pocos pasos de las afueras de Luvina, ya podían adivinarse sus diabólicos ojos brillantes y percibirse sus terribles aullidos, solo parecidos a los del viento que siempre sopla por acá.

Esas batidas fueron el fin de la asociación, porque por esa época ocurrió lo de aquellos niños. Antonio Parreño, aseguró que no era coyote sino demonio lo que vio y disparó todo el cargador sobre aquella oscura sombra. Algo parecido le ocurrió a José Somoza que, al final de sus días, aún no sabe contra qué disparó. Y así a muchos más, aunque no contaran lo que habían visto o no.

Lo cierto es que jamás se vio un coyote muerto en Luvina. Luego llegaron las venganzas y sus balaceras. Y después un tiempo de silencio, únicamente roto por el ulular del viento entre el follaje seco que todo lo abarca.

Y más tarde, volvieron los aullidos a las noches, aún más fuertes, más humanos. Y volvieron a verse por los alrededores de Luvina, aquellos ojos brillantes, acechadores a los que siguieron las sombras y el viento y el polvo,  como un mal sueño.


21 julio 2015

Imágenes

 Por si no encontráis imágenes con las que iluminar, más si cabe, vuestros textos, aquí os dejo algunas...












(Nota: todas las imágenes son de internet. Si alguna tuviera derechos de autor, póngase en contacto con el administrador del blog y será inmediatamente retirada)

19 julio 2015

Este Jueves, Relato: Propuesta



Llevo participando unas cuantas convocatorias en estos jueves literarios y he pensado que podía ser buen momento para lanzarme a coordinar uno. Para ello he estado dándole vueltas a muchos temas que se me ocurrían sobre los que escribir. Y como suele suceder en estos casos, uno se queda con el más raro, original si quieren o estrambótico (pueden calificarlo como gusten). 

Ahora que por estos lares y otros muchos estamos pensando en coger vacaciones o buscar un lugar en el que pasarlas...o que todos tenemos en la mente un lugar fantástico en el que nos gustaría vivir o por lo menos visitar, mi propuesta es esa. Que sitúen la historia en un lugar fantástico, irreal, imaginario y que en el mismo se desarrolle. Que ustedes o el personaje de que se trate, viva o pase o visite el lugar imaginario. Les propongo unos cuantos y lo dejo abierto por si a alguien se le ocurre algún otro: 
  • La ínsula Barataria que aparece en el Quijote.
  • Luvina, extraído de los textos de Juan Rulfo.
  • Macondo, que creara Gabriel García Márquez.
  • Antíbula, que aparece en las novelas de Fernando Aramburu.
  • El País de las Maravillas, en el que Alicia también se perdió. 
  • Un lugar de la Mancha del que Cervantes no se quiso acordar. 
  • El País de Nunca Jamás de Peter Pan.
  • Liliput o Balnibarbi de los Viajes de Gulliver.
  • ...cualquier otro que conozcan o se les ocurra...eso sí, con cita para poder situarnos por si queremos el resto visitarlo...
Espero sus propuestas a partir de el miércoles. Y recuerden las normas de Tésalo en cuanto a extensión y demás reglas para la participación. Pido de antemano disculpas por si hubiere cualquier fallo y deseo que les guste la propuesta. 

09 julio 2015

Este Jueves, relato: Sucedió en un tren

Debíamos continuar la historia donde Alfredo la dejaba, así que allí vamos.

Su voz era como un susurro, hablaba y hablaba sin escatimar en detalles. A esas horas de la noche, los pormenores sobre la historia de nuestra familia me adormecían sin poder evitarlo. El abuelo repetía una y otra vez la aventura de aquel viaje en el que una vez en el tren los rociaron con un líquido apestoso que no sabían lo que era. El vagón estaba lleno, tanto, que no cabían nada más que de pie. Nos contaba cómo él había recorrido esos mismos parajes la primavera anterior y, entre los escombros de la guerra aún pudo ver cómo la hierba seguía creciendo y las florecillas acudían fieles a su cita con la estación tierna.

Al fondo estaría la montaña por la que intentó huir sin éxito. Quizá hiciera el mismo frío que esta noche. Poco a poco la voz del abuelo se fue alejando. Solo algún traqueteo del tren lograba despertarme un poco. Tenía una pesadilla. Ladraban perros feroces, había luces fuertes e indeterminadas que marcaban grises caminos. El vaho de los judios se mezclaba con la saliva de los soldados y el calor de los canes…De repente me desperté.

El tren estaba parado. Salzburg. Todos habían bajado a por un café y un cigarrillo. Él también fumó. Y fue al baño. Fue allí donde decidió que no quería seguir ese viaje nostálgico al dolor. Con todo el ajetreo nadie se daría cuenta. Esperó un poco y salió justo en el momento en que el tren abandonaba la estación…


03 julio 2015

Este Jueves, Relato: Un día en la vida

Esta semana nos propone Juan Carlos, que escribamos sobre un día en la vida. La verdad es que he de reconocer que se me ha hecho difícil y que me he pasado un poco con las palabras, pero creo que era mejor publicarlo que dejarlo en el tintero, no quería faltar. Espero sepan disculparme y que les guste mi aportación.

María pensó que aquella era la primera mañana del otoño, a pesar de encontrarse a mitad de junio. Soplaba una brisa que hacía apetecible tomar el café en la terraza. El sol todavía no había terminado de despuntar y el único ruido que había era el de los pájaros piadores y perezosos aún en esas primeras horas del día.

María puso y tendió una lavadora. Justo cuando ponía la última pinza oyó como empezaba a borbotear el café en la cocina. Lo dejó que terminase de chisporrotear y, se sirvió una taza que cortó con un poco de leche. Miró la hora en el reloj de la cocina, las ocho. A esa hora, su niño, porque a pesar de tener ya treinta años, nunca dejaría de ser su niño, debería estar llegando. De un momento a otro tendría que llamar.

Salió a la terraza y con el semanal del domingo anterior sorbió poco a poco la tranquilidad de la hora. El sol seguía su riguroso camino y secaría la ropa en un momento. Un artículo de Javier Marías, otro del pedante de Manuel Rivas, el de Almudena Grandes, y la sensación de bienestar que aumentaba con el calorcito del estómago lleno.

Terminó y se acercó de nuevo a la cocina. La recogió, mirando de reojo el reloj. Debería haber llegado ya y, debería haber llamado. Pero no. En fin, no quería ser de esas madres pesadas. Ya llamará.

Hizo el resto de cosas de la casa, la comida. Comió oyendo de fondo las noticias por entretenerse. El tic-tac del reloj de la cocina, comenzaba a hacérsele insoportable. No, me niego a estar al lado del teléfono esperando una llamada que no se si se producirá.

Transcurría la tarde y, ya buscaba cualquier excusa para acercarse a la cocina a mirar la hora. Terminó llamando al móvil. Aparecía desconectado. Se sentó en el sillón y esperó junto al inalámbrico.

Cayó la noche y siguió esperando, sentada, rígida. Nunca pensó que ese sillón pudiera ser incómodo. Pero lo es si de lo que se trata es de esperar una llamada. Tampoco el sonido del reloj de la cocina le había parecido odioso. Pero también lo es, cuando se espera en un día cualquiera. 

25 junio 2015

Este Jueves, Relato: Rostros de la Polio

Nos propone José Vicente este tema para esta semana y ahí va mi aportación...

Se ha muerto “La Polio”. Me lo ha contado esta mañana mi madre cuando la llamé para ver cómo iban las cosas por el pueblo y cómo le habían salido los últimos análisis que se había hecho. Tenía un poco alta el azúcar pero le dice el médico que con las pastillas que toma ahora se le ha controlado. Son las dos únicas novedades que se han producido importantes. Lo del azúcar era casi esperado. Pero lo de la muerte de “La Polio” o la señora Maria, es parecido a un viento que se lleva para siempre un pedacito de infancia. La llamaban así por una cuestión física obvia. Había padecido esta enfermedad de niña, justo después de nuestra guerra.

La recuerdo siempre detrás del mostrador de su tienda de chuches, sentada en su silla de anea y siempre con el pelo blanco, como si hubiera nacido ya mayor. Los niños decíamos que no tenía piernas y ella de broma nos medio amenazaba con una de sus muletas. Eso era en invierno, porque en verano, siempre estaba con sus piernas cortas juntas y su gran zapato en uno de sus pies, sentada en la misma silla. Las muletas apoyadas en la pared. En el estío, su tienda de casi todo, era como un autoservicio. Ni se levantaba para atendernos. Nosotros nos servíamos y al salir, le dábamos el importe exacto de lo que nos llevábamos. Menos una temporada en que a Pepe, le dio por llevarse flash de quince pesetas y decía que eran de cinco. Nosotros niños medio tontos, creíamos que no se daba cuenta. Lo que ocurría es que luego hablaba con nuestras madres y les tenía la cuenta preparada. Hasta que se cansaba. Si sigues mangando así, Pepe, llegarás por lo menos a alcalde. Y nos poníamos todos colorados y tardábamos unos días en volver a comprar. Pero siempre terminábamos volviendo a ese recuncho, dulce como un recuerdo.


Y ya de mayores pasábamos a saludar y a comprar alguna chocolatina o gominola a recuperar un trozo inmutable de los niños que, en el fondo, todavía seguimos siendo. 

23 junio 2015

X

X, podría ser la casilla de la renta a marcar para fines sociales. O la señal indicativa de un cruce en una carretera o en unas vías del tren. O una incógnita sin resolver. Pero no es el caso. El caso es que, X, también es DIEZ en números romanos. Y DIEZ son los años que cumple este blog en un par de días. Y es que desde el año 2005, llevamos dejando notas, soltando papeles, ideas...haciendo algo tan anticuado y tan moderno como es escribir, compartir letras. Y, a pesar de todas las redes sociales y todo lo que ha evolucionado el medio web en los últimos tiempos hacia mayor concreción y superficialidad (quizás), creo que los blogs han conseguido mantener un pequeño rincón de resistencia en el que poder expresarse. Han cambiado las formas pero no los fondos. Y es que, en el fondo, todo son letras. 
Y no queda más que dar las gracias, a todos los que durante estos años, nos han seguido, han comentado o criticado lo que aquí hay. 
Y gracias al grupo de Jueveros que me han acogido de una manera formidable y han dado nuevo impulso a este blog para que aguante, como mínimo, otros diez años. 
Gracias y, como digo, nos vemos en las letras, en esta que es su casa. 

11 junio 2015

Este Jueves: Relato. Siete Pecados Capitales

Nos propone Charo que esta semana hablemos de los siete pecados capitales. Bueno, ahí va mi aportación. No he podido elegir un pecado y me quedo con los siete. 

Al contrario de lo que dicen yo no soy un ángel caído. Jamás intenté encabezar rebelión alguna contra nadie, ni siquiera contra dios. No tuve un juicio justo. Ni siquiera una oportunidad de defenderme. Funcionaba y, supongo que seguirá funcionando el ordeno y mando. Las disposiciones divinas no se discuten, se acatan, son infalibles. Pero hemos visto que no es así, porque luego va dios y crea al hombre. A su imagen y semejanza dicen. ¡Pero si es absolutamente imperfecto! O no es infalible porque ha creado una criatura tan endeble y pequeñita. O el hombre no está creado a su imagen y semejanza. O alguien no está engañando a todos, todo el tiempo.


Eso pudo ser lo que se dijera. Por eso se cuenta que fui expulsado al averno para ser su rey. Pero tampoco es cierto. Yo soy el ángel más bello de la existencia y no soy el rey de los infiernos ni estoy en ellos. De hecho, cuando fui expulsado a este mundo (sí, este de ustedes y mío ahora), seguía siendo la cosa más bella de toda la creación y seguía teniendo todas las características de un ángel. Intactas mi bondad, serenidad, plenitud. Luego llegaron los hombres y pude conocer el asesinato, la maldad, la lujuria, la ira, la pereza, la envidia, la gula y la soberbia, la avaricia. Y me gustaron, y las practiqué todas. Y por esa práctica perfecta me salieron cuernos. Y me salió rabo. Y ahora todas esas virtudes adornan mi cabeza. Pero no fui yo, príncipe de este mundo el que las traía consigo, ni el que las mostró a los hombres. Fueron ellos, los que me las inocularon, los que me las mostraron. Y dejé de ser la criatura más bella de la existencia. Pero soy mucho más feliz y ahora, apartado del mundo, vago escondido por el tiempo y contemplo divertido como bisbisean los hombres oraciones de vergüenza a un dios que quizás esté equivocado. 

15 mayo 2015

Este Jueves Relato: Enigma Musical

Propone el Demiurgo este jueves-viernes, un juego que consiste en hacer un relato con el título de las canciones de nuestro grupo favorito. Yo lo hago con el de uno de ellos, que me ha costado elegir. El mío es este.

No mires atrás con ira, le dijo. Lo que quiera que hiciera nuestro padre ahora no tiene importancia. El viento traía un intenso olor a humo y muerte junto con diminutas gotas de lluvia que golpeaban al príncipe y a su hermana en la cara. Detrás, casi podía percibirse una a una la respiración de los soldados.  Delante, únicamente una inmensa llanura que en pocos minutos estaría llena de gritos, heridas, sangre, soldados en busca de una supervivencia imposible y monstruos. Porque el príncipe enemigo, Afanjul, su hermano, atacaría sobre los hombros de gigantes. Ya se vislumbraban sus cabezas a lo lejos, tras el vasto campo de batalla y una mota cubierta de cereal. El príncipe miró a su hermana y recordó las largas tardes de juegos, las escapadas al río a bañarse en los cálidos días del verano, las inspiradoras lecturas de cuentos de caballeros y princesas. No era justo. En ellos el príncipe bueno nunca moría, ni perdía territorio o posesiones. Tampoco la princesa que, en un último momento era salvada por un mágico encantamiento o hechizo. Los monstruos y enemigos caían a los pies de los príncipes y princesas de buen corazón. Pero eso era en los cuentos. Gracias por los buenos momentos, le dijo. Pase lo que pase, quédate a mi lado. El gran portón del castillo soltó un alarido de viejo y de muerte y el príncipe y la princesa lanzaron sus caballos a la batalla. 






El grupo es Oasis
Don´t look back in anger
Whatever
Standing on the shoulder of giants
Thank you for the good times
Stand by me

08 mayo 2015

Este Jueves, Relato: Desenvolviendo regalos anónimos

Este jueves, la convocatoria me ha parecido espectacular y muy original porque The Daily Planet´s Blogger nos invita a escribir sobre la base de un regalo anónimo que hayamos recibido. En su blog, los encontraréis todos. El mío era Memorias de África. Y este es.

Yo tenía una granja en África…” Siempre me ha parecido un maravilloso comienzo para un libro. Nunca he visto entera la película. Suelen ponerla los sábados o domingos después de comer. Y, en esas horas, a mi me entra un sopor que termina por dejarme dormida delante de la tele. De fondo sonando al cinco de volúmen, la maravillosa banda sonora o el motor del avión sobrevolando la estepa africana.  He visto gran parte, pero cuando me hablan de ella es como si hubiera perdido trozos de mi vida que no se dónde han ido a parar.

Como ahora, que me ha despertado un agudo pitido. Al mirar hacia afuera,  junto a la ventana del tren, aparece un cartel amarillo que reza Spor 1. Vía uno, andén uno. Aún no controlo bien el danés. De un salto bajo y veo cómo se aleja el convoy. Un silencio húmedo toma todo el apeadero. Huele a café y bollos de mantequilla, pero en la estación no hay ninguna cafetería. Habrá que seguir ese aroma y desayunar algo. Ya en el café, intento adivinar algún dato que me indique que estoy en el lugar en que debía bajar. Al fondo un póster del equipo local de fútbol me sitúa correctamente en el mapa. Arreo un bocado a un espectacular y blando pan de mantequilla y saco de la mochila la edición de bolsillo del libro Memorias de África. Se lo muestro al camarero que, en un perfecto inglés, me indica cómo llegar a la granja de Karen Blixen. Se encuentra a unos dos kilómetros siguiendo una carreterilla pegada a la costa.

El libro me lo regalaste la primera vez que vinimos a Dinamarca y nos perdimos buscando esa granja. Ahora descubro que era más fácil llegar de lo que entonces nos pareció. Quizá todo sea más fácil.


Según tú, con los cuarenta recién cumplidos, los dos deberíamos estar sobrevolando África, como en la película. Yo, de momento rezo un padrenuestro frente a la tumba de Blixen. Por algo se empieza. 

23 abril 2015

Este Jueves Relato: La despedida

Propone Pepe como tema de esta convocatoria la despedida. En su casa, podéis encontrar los participantes. Mi aportación es la que sigue:

La chica despedida pertenecía al sector siete de la cadena de montaje. Mejor la mujer despedida. Sí, es mejor referirse a Carmen como la mujer despedida. Pues bien, la mujer despedida se llama Carmen y se dedicaba desde hacía unos veinte años al montaje y ajuste de una pequeña tuerca de las que sujetan la parte de atrás de las placas de los hornos. Y este mismo viernes ha sido despedida. Ya se sabe, con la crisis caen las ventas y el consumo, el cuadro macroeconómico es volátil y, aunque ya se percibe en los mercados internacionales cierta recuperación, no tiene el suficiente empuje como para evitar los ajustes en el organigrama de la empresa. Fue la primera vez que Carmen oyó hablar de deslocalización. Que se lo digan a mi artritis de muñeca y el amartillamiento del dedo que tengo. Vamos, que alguien en Alemania había tomado una decisión por ella.

Esa tarde, salió tranquila y fue a casa dando un rodeo por el jardín que desde siempre tanto le gustaba y que, ahora veía con otros ojos. Ojos de parada, de mujer libre. Le alivió la idea de no aguantar más al gilipollas de su jefe de sección; no depender de horarios; pensó en pasar las tardes con su nieto recién nacido; ayudar a su hijo a buscar trabajo y colaborar con su nuera en las pequeños arreglos de ropa que hacía para subsistir; estar más tiempo en casa, sola.

Pero con el paro quizá no diera para la hipoteca y los gastos. Intentarían apañarse. Fuera maquillaje y gastos supérfluos. Pensaba en el alemán o americano o chino o español que hubiera tomado la decisión. A este no le importaba su artritis, ni cómo mantendría a la familia ahora que no había sueldo alguno en casa. Pensaba en la recuperación de la economía española y lo que menos le apetecía era hacer patria, como se suele decir.


Pensó en no dar explicaciones pero, al final habría una nota apoyada en el taquillón, emborronada, con esa caligrafía simple que tienen las madres. Su familía aún era joven y, seguramente, tendría ganas de luchar. Ella, ya no.

10 abril 2015

Este Jueves Relato: El Jardín

Otro final de marzo. Una ligera brisa retoca los ramajes de los árboles y dejan caer los cerezos sakura algunas flores blancas que alfombran ligeramente el suelo. Yo he vuelto a recorrer la distancia que separa Osaka de Tokio para encontrarte. Tu marido ha quedado ocupado en los siempre graves asuntos de la oficina. Mi mujer estará en este momento arreglando y limpiando la casa.
Esa misma brisa que susurra a los pétalos, mueve tu moreno pelo negro. Nada tiene que envidiar tu piel a la pureza de las flores blancas de los árboles del jardín imperial. Yo, por el contrario, llevo un ramo de rosas rojas que me señalan al fondo del camino. Me esperas con las manos juntas. Los remolinos de pétalos juegan casi a hacerte desaparecer. Tus perfectas simetrías se alzan rebeldes frente a las del parque en el que todos los años nos encontramos. Tú, eres toda primavera. Mi estado de ánimo es blanco como este jardín ahora.  
Llego hasta ti. Beso tus labios y me sonríen tus ojos. Me abrazas como si fuera la última vez, como todas las primeras. Beso tu cuello y un lunar justo al comienzo de la infinita espalda. Suspiras un segundo y nuestro aire se hace perfume, tu perfume; ese que añoro de primavera en primavera, en este jardín.  
Recorremos, cogidos de la mano, los senderos del parque. Jugará nuestra piel a que se ama, como viejos enamorados, como cuando estábamos casados.
Y al atardecer, cuando las sombras de los edificios se alarguen con el sol esquivo y tardón,volveremos al jardín, donde nuestro tiempo se detuvo y eclosiona blanco año tras año. Nos despediremos y yo cogeré el gris tren de las nueve hacia Osaka.

Y en las noches, sopla entre las ramas un fresco viento de primavera, que susurra a las bellas flores de su jardín, las nuevas historias de amor.    

Más historias donde Alfredo

02 abril 2015

Este Jueves Relato: Un mundo de sensaciones

Esta semana propone Cass que escribamos un relato sobre sensaciones, olores, onomatopeyas y colores...Bueno, pues ahí van los míos...

Era viernes y serían sobre las diez de la noche más o menos. Recuerdo que estábamos todos celebrando una fiesta del mojito en el piso de estudiante de Arturo. El piso era como todos los que se alquilan a estudiantes, estrecho y con muebles viejos de diversas procedencias. Y Arturo era ese amigo tuyo que decía que estudiaba enfermería. Yo estaba sentado en una silla en la cocina mientras veía el trajín que os llevábais con la hierbabuena, el ron, el azúcar moreno y el agua de seltz. El aroma de la hierbabuena lo impregnaba todo y se oía el tintineo de cucharillas y vasos de cristal. Entre risas y comentarios, los mojitos salían de la cocina como de una cadena de producción y se iban al salón donde el resto de la gente, bebía y bailaba.
Recuerdo que me miraste.
Te ha cambiado el gesto. ¿Te pasa algo? Estaba un poco pálido y ni el mojito que bebía, sirvió para hacer volver los colores a mi cara.
Nada, que acabo de ver mi propia muerte.
¿Cómo? No te reiste de la ocurrencia porque mi cara debía ser un poema o porque tú sabías que con otras pequeñas cosas había acertado y te dio un vuelco el alma.
Sí. Acabo de ver como al salir de aquí, cerca de la confluencia del Paseo Zorrilla con Juan de Austria, cuando íbamos a cruzar, un coche grande y marrón que va muy rápido me atropella y me lanza por los aires. Creo haber visto que caigo fulminado al instante.

Te asustaste pero me dijiste que seguro que eso no podía ser. Creo que estuviste toda la noche pendiente de mi. Y no pasó nada esa noche. Y no paso nada ni el sábado ni el domingo. Y nos volvimos a Madrid. Y no vuelve a salir el tema, hasta que planteamos las vacaciones. Podemos hacer cualquier cosa, ir a cualquier sitio menos visitar Valladolid. De momento está vedado, hasta  nueva orden o nueva premonición. 

20 marzo 2015

Este Jueves Relato: A través de la ventana

Esta semana Gaby nos invita a asomarnos a una ventana. Ahí va mi mirada...

Abril florecía frente a mi ventana…la verdad es que no sé por que me ha venido a la cabeza este verso de Soledades. Quizá porque son ya tres primaveras las que llevo encerrado aquí un poco contra mi voluntad. Seguro que es porque vivo en la calle Antonio Machado. Pegando la nariz al cristal y mirando hacia la derecha, se ve en la esquina el cartel azul con el nombre del poeta. Qué calle más fea le han dedicado los del ayuntamiento. Hasta ahora no me lo había planteado pero, es estrecha y, a poco que tengas una ventana grande como la de mi habitación puedes ver la vida que se desarrolla justo en la casa de enfrente. También es cierto que es la única que queda habitada. Dos o tres más de esta misma calle ya son viejas cuadras con arados oxidados y yerbas de todo tipo creciendo, helándose y quemándose al sol según la estación; vestigios de adobe derruidos de otras vidas que pasaron. Casi como yo aquí. La del tío Genaro en el número dos; la de la Isa la de Panfi, en el siete que aún resiste casi entera. Alguna de ellas ha sido tomada por los gatos. Estoy seguro que allí tienen comida, o alguien les pone. Los veo entrar y salir con la tranquilidad que da la soledad de lo que se ha desmoronado.

Hay uno que viene a visitarme a esa hora del mediodía en que no pasa nada en el mundo. Lo veo desde mi cubículo, en las tejas de enfrente paseando orgulloso y mirándome. Estoy seguro que me mira y se asoma a mi ventana, a mi pequeño universo de cristal y se tumba al calor y piensa que qué raro que debe ser ese animal que se limita a observarlo desde un cuadrado del segundo piso de la acera de enfrente. 

20 febrero 2015

Este Jueves, Relato: Argumentos Oníricos

Propone el Demiurgo de Hurlingham que escojamos de entre sus propuestas la que más nos apetezca para hacer un relato. Yo he escogido la número 13: Una herencia lleva al protagonista a una mansión, donde vivirá. Una herencia maldita porque estará rodeado de seres extraños que obedecerán. Pero serán peligrosos para cualquiera que se acerque. Como parte de una maldición ancestral, no podrá salir, salvo que…

Estaba cansado de todo el viaje en avión y luego un trabajoso traslado hasta el cottage. Así que le pareció la primera buena noticia del día que la verja de entrada se abriese como por arte de magia al paso del vehículo. Sus hermanos le estaban esperando desde por la mañana. Tras los papeleos, todo estaba dispuesto para la apertura del testamento. Llegó a la enorme biblioteca de la casa y apenas conoció a su hermana pequeña, ni a su hermana mayor, ni a la mediana. Habían cambiado mucho, su mirada era torva, urbanita, desconfiada. Sin embargo, lo primero que le dijo la pequeña es que había hablado con los demás y le obedecerían en todo porque siempre les pareció el miembro más lógico de la familia. Con todo, no era eso lo que decían sus miradas. En el aire flotaba ese ambiente secreto y conspiratorio de las grandes ocasiones, todos parecían conocer algo de lo que no podían o no querían hablar.
Esa misma tarde el notario de la localidad abrió y leyó todas las adjudicaciones. En el fondo, ninguno quedó contento, aunque tampoco parecían disgustados.
Fueron los muchos días juntos, los que volvieron opresivo el ambiente. No tenía temas en común con sus hermanos, eran unos perfectos desconocidos. Empezó a desear con todas sus fuerzas salir de allí, con las mismas ganas con que uno, en pleno ataque de pánico, se quiere bajar de un avión. Pero siempre había algo que tiraba de él para atrás, un cuchicheo, una puerta que sonaba a deshoras, silencios a su paso, miradas furtivas.

Con ello, el reloj del salón, empezó a marcar impasible los pasos del destino de aquellos tres extraños que habitaban el cottage. Igual que el abuelo hizo con la abuela cuando, por lo que parece, está descubrió algo, así haría él con sus hermanos. Pero únicamente para escapar de ese lugar. La herencia, la sangre y el mismo cottage, le apretaban la garganta como un mal nudo de corbata. Necesitaba salir, aunque para ello tuviera que dar cuenta con la maldita tradición de su familia…

Más relatos donde El Demiurgo

29 enero 2015

Este Jueves, Relato: Caso Nisman

Si en este momento está usted leyendo es porque, seguramente, yo andaré ya muerto. Así que usted, amable lector, ándese también con cuidado y no dé a conocer, de momento, ni el contenido de esta carta, ni el del cd que le acompaño con todas las pruebas de la investigación que he ido reuniendo a lo largo de los últimos meses. Todas apuntan hacía la señora X, o señora Rosada, si estuviéramos en un film de Tarantino. Ya sabe que esta señora y sus perros de presa del servicio de inteligencia no son muy dados a dejar que nadie cuente nada, así que de saberse todo, ya le andarán buscando. No crea, no confíe. En todo caso, cierta tranquilidad le puede dar saber que he remitido copias a algunos colegas suyos también y a alguna organización internacional para que sepan, investiguen y juzguen a todos los culpables. Si me voy, lo haré con la conciencia tranquila y pudiendo dormir por las noches, algo que no creo que puedan decir los que me habrán asesinado. También se acabarán el mirar todos los días debajo del coche y andar con mil ojos por la calle, darle un beso a mi hija sabiendo que puede ser el último que le haya de dar, las despedidas de mi esposa todas las mañanas entre lágrimas ante un futuro negro. Lo siento por ellas y por el país. Solo un ruego, cuide el material y que el miedo no le impida sacarlo. Elija usted el momento.
Sin más, me despido. Salud y Justicia.
Nisman. 


Más donde Gustavo




16 enero 2015

Este Jueves un Relato: Escritura Creativa

Eva había decidido dejar Berlín por unos días y desplazarse hasta Munich para visitar a su hermana Ilse. Llevaban mucho tiempo sin hablarse. Exactamente nueve años, desde el intento de suicidio. Eva no había perdonado nunca la soberbia de su hermana y esa mirada de superioridad que desde entonces tenía. Ilse no había perdonado a Eva ese afán desmedido por el poder, por subir en el escalafón social, como si los sudores de los padres no hubieran sido lo suficientemente importantes para sacarlas a las tres adelante. Ilse culpaba a Eva de muchos de los males de la humanidad y quizá, consideraba en secreto una ofensa que Eva hubiese siempre preferido la compañía de Margarethe, su hermana menor, en lugar de la suya. No obstante, aquella tarde estaba dispuesta a olvidarlo todo. La mesita estaba decorosamente vestida para el té. La guerra se adivina con solo echar una ojeada tras los visillos, pero han cesado los bombardeos y por un momento, como todos los años en abril, el sol elonga los días y se vislumbra la primavera. Hacía mucho tiempo que los días eran grises y esa tarde, por fin, el sol salía de detrás de los escombros.

Eva habló y habló sin parar, recordaron, rieron y lloraron, porque al despedirse, Ilse supo que jamás volvería a ver a su hermana, la primera mártir del siglo veinte. 

Más en casa de María José

02 enero 2015

Este Jueves, Relato: Ese Oscuro Objeto de Deseo

Casi todas las tardes era igual. Sobre las seis, el sol iluminaba profundamente la cocina. Notaba como el corazón le palpitaba más rápido a medida que recorría el pasillo. Al principio, disimulaba la compra diciendo que era para que el niño merendase. Cuando a la segunda tarde Javier dijo que no le gustaba, ya no tuvo que ocultarse más. Cogía la bolsa de tela que estaba colgada tras la puerta de la despensa. Cortaba en dos rebanadas el pan de miga blanca que compraban en la nueva panadería vintage del barrio. Iba hacia el armario de las galletas y allí estaba: el enorme bote rojo. El cuchillo de punta roma recorría primero el fondo y después las paredes para extraer, en una única punción certera, la mayor cantidad de nocilla posible. Untaba primero la parte de abajo del pan. Después con el sobrante la de arriba y volvía el cuchillo a hendir el untuoso elemento para completar aquella ambrosía. Chupaba el cuchillo y, casi limpio, lo dejaba para fregar. El primer bocado del pan sabía a niñez, a barrio sésamo y deberes después; a frustración porque no todas las tardes había para hacer esos bocatas; a tómate primero la leche; a cuando sea mayor me voy a comprar toda la nocilla del mundo. Una especie de predicción que se cumple porque, desde entonces, no falta en su armario de las galletas un bote rojo con el que, medio en secreto, muchas tardes puede dar ejemplo a su hijo sobre lo importante que es merendar bien para suplir las carencias de la infancia. 
Más donde Charo.