11 diciembre 2014

Este Jueves, Relato: Project U.F.O

Dos cosas sorprendieron a la policía portuguesa cuando detuvo a Abelio. Una, fue la enorme cantidad de información que tenía en su cabaña a las afueras de la localidad de Loibos. Abelio guardaba en una libreta anotaciones de todos y cada uno de los transportes que durante años había estado realizando. Todo con sus fechas, destinos y mercancía. Estraperlo siempre de noche, siempre con el vello encrespado y alerta a través de ese incierto y boscoso límite que era la frontera entre España y Portugal.

Y la segunda fue que, en una de esas anotaciones, Abelio contara como una noche se riló cuando en uno de esos viajes vió como un objeto desconocido y muy luminoso descendía del cielo y del mismo salían unos extraños seres verdes que, tras un rato deambulando y olisqueando por la zona, terminaron perdiéndose en la inmensidad del bosque. Él, aterido más por el miedo que por el frío, tras un matorral, pensó que se trataría de algún artefacto volador que estaría probando la guardia civil española para evitar el contrabando. Nunca lo supo porque únicamente fue capaz de hacer dos o tres viajes más. Desde aquel momento siempre tuvo la impresión de que el bosque tenía más ojos de los habituales y que la guardia civil siempre le estaba pisando los talones. Entonces consideró que sería mejor pasar las horas de oscuridad al abrigo de la lumbre en su cabaña, que la noche era para los lobos. 
Mucho más en la casa de Charo
Y muchas gracias a mi gran amigo Goathemala por inspirarme la idea 

06 noviembre 2014

Este Jueves Relato: El ABC de la Dimensión Desconocida

Mi madre siempre tuvo las cosas claras. Las de aquí, del mucho más acá; y las de allá, las de una dimensión desconocida de la que nunca hablaba pero que yo creía intuir por lo que a veces ocurría. Yo siempre he pensado que la puerta a esa dimensión desconocida se encontraba en el armario de abajo junto al frigo. El de las sartenes. Creo que mi madre pasaba por él cuando estaba harta, muy harta de su vida y de la nuestra y decía aquello de me voy a ir y me voy a perder del mapa. Y yo de muy pequeño que me la imaginaba cayéndose Canarias abajo. Pero realmente la perdíamos de vista una o dos horas y ni mi padre ni nosotros sabíamos dónde se metía en este tiempo-espacio. Porque salir, salir, lo que se dice salir por la puerta normal, la de siempre, no lo hacía. Yo creo que quizá abría esa puerta con la excusa de guardar algo y se escabullía entre las sartenes tras una gran luz que la cambiaba de dimensión. Y luego otra gran llamarada dentro del armario nos la devolvía. Lo cierto es que yo, por más que abría y cerraba la puerta de abajo a la izquierda del frigo, no lograba pasar a dimensión otra alguna, ni encontraba luz cegadora ni nada. Bueno, serán cosas de padres, como eso de desayunar café con lo bueno que está el Cola-Cao.

Mucho más en la casa de Yessy Kan

16 octubre 2014

Este Jueves...Relato: Matrimonios Impuestos

Yo me casé de negro. Literalmente. Era lo que había que hacer. No hacía ni seis meses que se había muerto mi madre. Así que a nadie sorprendió el velo y la cola negros cuando se abrió el portón de la pequeña iglesia de Nuestra Señora de los Remedios. Chirriaron los goznes, crujió la madera y sonó el primer campanazo de los doce que me habrían de acompañar hasta el altar. Me pareció que sonaban como cuando lo de mi madre. Una vaharada cargada de incienso se nos llegó y casi me nubla la vista. Noté como una nausea me subía desde lo más profundo del corazón a la garganta; apenas podía aguantarla. Era un sabor acre, muy parecido al olor que le quedaba a él en el pelo, cuando el fijador que usaba llevaba mucho tiempo sobre su cabeza, sobre todo al final del día cuando iba a visitarme. Pensar en su pelo, hacía subir otra arcada. Dimos otro paso. Sonó otro campanazo de mi particular duelo. Pensarlo encima de mí, hizo subir otra. Su viscosa cara de cerdo. Conforme nos acercábamos al altar se podían adivinar su sonrisa, su perfecto bigotillo, su cepillado traje marrón; y también se vislumbraban las lindes de sus nuevas fincas, las nuevas cabezas, la quintería en mitad de la nada, melonares, escopetas, días de cacería y soledad, noches de lágrimas y putas, el brandy, algún que otro golpe que me dará, todo con la sonriente complacencia del sumo hacedor del milagro, mi padre del que ahora voy del brazo. Me lleva casi en volandas para que no me desvanezca. Blanca va la novia, más no radiante. Un último paso y un último campanazo marcan los doce del fin de mi mundo. Y el “estamos aquí reunidos…” del cura, a mi me suena a requiescat in pace. 

Más en Soliluna

03 octubre 2014

Este Jueves Relato: Idiomas


Bajo la luz roja, únicamente soy capaz de distinguir el blanco de los ojos de mis compañeros. El resto es ruido y frío. El sonido del helicóptero es ensordecedor;  y aunque debería estar ya acostumbrado, esto es como los exámenes de la carrera, por más que uno sepa la materia no se termina de acostumbrar. Por la puerta abierta, retazos de desierto y de dunas. Arena que se ondula al son de nuestras aspas. Uno, dos, tres Tiger. Y no es la canción infantil. Sonrío ante mi propio chiste. Siento un ligero aturdimiento y el chicle que mastico no sirve de nada. No es el mal de altura. Un poco entumecido el brazo donde me pincharon; a la altura del hombro está un poco hinchado. Lo cierto es que, de todo lo que me iban explicando sobre terapias génicas, mapa del genoma humano y demás aclaraciones, solo me quedé con que, desde la puesta en marcha de los efectos de la dosis, comenzaría a olvidar el castellano y a pensar y poder hablar perfectamente en pashto y dari. La sustancia inoculada, intervenía a no se qué nivel cerebral, y no sé cuáles receptores genéticos, y permitía controlar perfectamente un idioma con nada más estudiarlo y escucharlo un par de días. Mi entrenamiento duró una semana. El tiempo de la misión sobre el terreno haría el resto. Podría recordarlo todo pero no expresarlo en castellano nunca más. Después, me las tendría que apañar si quería volver a aprender de nuevo cualquier otro idioma. Únicamente debía transmitir información, para todo lo demás, no era nacional, nadie me conocía ni me iría a rescatar en caso de problemas. Cuando el general médico me preguntó si tenía alguna duda o pregunta, dije que no. Ni las tenía ni creo que me las hubieran podido resolver.
Hemos parado en el aire y el tiempo parece suspendido. Se enciende un piloto verde. Se despliega una cuerda. Me toca pisar el desierto. En un perfecto pastún, me despido de mis compañeros: 
وداعا وداعا

Con tanto idioma no había puesto que hay más historias donde Juan Carlos al que agradezco desde aquí los idiomas de mi blog

26 septiembre 2014

Este Jueves Relato...Habla del silencio...

El silencio y la luz de la casa por la mañana cuando él la abandona semejan mucho a los que se intuyen en un lienzo de Hopper. Tanto tiempo admirando a ese pintor y ahora podía perfectamente ser una de las figuras cabizbajas que habitan en sus cuadros. Que habitan o que deshabitan porque desde anteanoche, su vida es un desierto de palabras que se pierden por los pasillos y recovecos de la casa. Y eso que ella ha intentado seguir con la normalidad, con la feliz rutina rutinaria. Pero la casa le parece muy grande y las horas, mucho más que sesenta minutos; aunque ahora es mejor cuando él no está. A veces le gustaría perder los papeles, desearía poder odiarle, mucho; no haber sentido vergüenza y haberse acercado.

Porque anteanoche no tuvo una reunión hasta tarde, no era hora punta para que se hubiera quedado atrapado en alguna de las muchas venas que desangran esta ciudad cada atardecer. Anteanoche la nada más abisal se le vino encima al contemplar unas sonrisas cómplices, aquellos devaneos, aquella entrada triunfal en la vinoteca. Todo perdió el color alrededor, quedó sorda. Tantas veces había dejado la televisión en silencio viendo escenas parecidas mientras ella hablaba por teléfono que, por un segundo eterno, pensó si aquella escena no podía haber sido escrita por cualquier guionista; después volvería a subir el volúmen de la televisión y la historia de amor continuaría. Pero no. Lo que continuó fue esa escena y el silencio solo lo aportaba la distancia a la que estaba.

El silencio solo lo aportan, ahora, la distancia a la que está, las lágrimas en salada soledad, el miedo a quedar callada, a no saber decir; y la terrible sensación de que el futuro es un edificio viejo al borde del derrumbe y cuyos escombros ella ya tiene en el alma.  
(Más en Matices en la vida )  

05 agosto 2014

Fratercula Arctica (Frailecillo, Atlantic Puffin, Lundis, Pulcinella di Mare...)

Es todo un espectáculo vernos a mis compañeros y a mí dejarnos caer, despeñarnos, arrojarnos desde los acantilados para zambullirnos en el océano y alcanzar el duro objetivo de unos pececillos o unos crustáceos que llevarnos a la boca. Nuestras cortas alas no permiten otra cosa y, aunque el agua está fría, siempre solemos lograr algo, por pequeño que sea. Ahora el tiempo manda que tenemos que marchar a alta mar, que ya en invierno retomaremos las costas, los escarpados acantilados y se nos podrá ver otra vez, con el plumaje renovado, hoyando la roca para proteger nuestras crías frailecillo de las gaviotas, demás depredadores y de las curiosas y masivas miradas de los de SEO Birdlife, que no nos dejan vivir durante los meses costeros. Que el periodo de cría sea fructífero y a la vuelta, podamos vernos todos de nuevo en la colonia o sociedad nidificante como nos llaman algunos…

(Una licencia para dejar descansar la conexión...iré conectando algún día, aunque no se si podré publicar...de momento dejamos un rato el blog en stand by...esperando, que seguro que algo ocurre. Besos)

01 agosto 2014

Este Jueves (Viernes) Relato Él y sus Circunstancias


Recuerdo que el año 1963 fue declarado por el Ministerio de Información y Turismo como “Año Nacional de la Paciencia y la Humildad”. Si Naciones Unidas todos los años declaraba un año internacional de algo, aquí en España no íbamos a ser menos. Con el tiempo he llegado a saber que hasta se publicó un decreto en el Boletín Oficial del Estado con toda una batería de medidas (como ahora pomposamente se dice), subvenciones para actividades y recomendaciones para los ciudadanos: prohibiciones de gritar y enfadarse; cursos de trato correcto a los extranjeros; normas de buena conducta en la carretera y en los bares; y prohibiciones, que siempre las había, de tratar mal a un superior o autoridad, de rechistar ante las diatribas de los jefes o policías, etc…hasta de intentar hablar ante una reprimenda del maestro. Y es que el Régimen era como nuestra casa y Franco como el abuelo de todos, cariñoso y dadivoso cuando íbamos de visita y nos portábamos bien, pero inflexible aunque de un modo generoso, cuando hacíamos alguna trastada. Yo, por todo lo que después pasó, siempre he tenido la impresión de que la trastada que tuvimos que hacer hubo de ser muy gorda y que, muchos de nosotros aún hoy cargamos con la pena de aquello que hicimos.
Recuerdo que ese año, papá y mamá fue en el que menos discutieron y se pelearon. Supongo que porque hacía mucho tiempo que no tenían nada más que echarse en cara o porque, en realidad, nunca habían tenido mucho que decirse. Así que a ninguno nos extrañó no ver los desayunos preparados esa mañana de primavera y a papá corriendo como pollo sin cabeza para ver donde estaba el Cola Cao, el azúcar y las galletas. Mamá marchó con la tía Viru y mi padre se quedó con nosotros y con todo lo demás. Eso sí, cumpliendo las recomendaciones del decreto de humildad y paciencia, sin rechistar, manso como un buey arando, arando…

Mucho más en el blog anfitrión de esta semana The Daily Planet´s Bloggers


24 julio 2014

Este Jueves un Relato: La máquina del Tiempo: Tireless



Y al leer la orden, todo el universo se me vino encima. “Desde la notificación de la presente y por orden del juzgado de instrucción número cinco de la Audiencia Nacional, de conformidad con lo que establecen los artículos 546 y siguientes de la Ley de Enjuiciamiento Criminal se autoriza la entrada y registro en la sede de la empresa Tireless, S.A. y la incautación de cuantos elementos sean relevantes para la causa…”. Y así continuaba una resolución de unos seis folios que me dieron nada más llegar ese lunes a la oficina. Me permitieron quedarme durante el registro e incluso el juez que daba órdenes aquí y allá me hizo alguna pregunta irrelevante. Duró ocho horas más o menos. Y era el fin.
Al igual que las impresoras 3D de alimentos no acabaron con el hambre en África sino que crearon hordas de gordos europeos, nuestra máquina tampoco alcanzó el fin deseado. Y si bien, la concesión exclusiva del gobierno nos permitió al principio el control de los viajes en el tiempo, cuando la concesión caducó y surgieron por doquier máquinas Tireless para uso doméstico, los viajes al pasado (no incluímos la tecnología para viajar al futuro) se convirtieron en un problema de orden público. Gente que dejaba de ir a trabajar, apariciones fantasmagóricas por doquier; y económico porque la gente dejaba de viajar a las playas y montañas para irse uno o dos siglos atrás, o unos años: hoteles y zonas de veraneo vacías como tras un holocausto nuclear. Por suerte tampoco incluíamos la posibilidad de transformar el futuro desde el pasado, con lo que minimizábamos los riesgos. Aún así, los gobiernos y, entre ellos el nuestro, consideraron inasumible que la gente estuviera moviéndose de esa manera, escapando a todo control y decidieron que se acabó. El delito fiscal es solo un pretexto, el procedimiento una farsa.

Con todo y con eso, la tecnología ya está en la calle y al alcance de todos, y será imposible su control aunque yo esté en la cárcel, eso sí si no me largo unos siglos atrás de viaje.

Muchos más relatos en el blog de María José 

16 julio 2014

Convocatoria Juevera: Túneles

Me invita mi amiga y compañera del taller de cuento Charo a participar en las convocatorias que, desde hace un tiempo, llevan a cabo un grupo de blogueros todos los jueves. Intentaremos estar a la altura. Pues ahí va mi historia.

Por un lado rodeándonos, la enorme estación de Munich. Del otro, nuestros pequeños e ininteligibles billetes de la DB Bahn en la mano. Menos mal que habíamos podido encontrar una máquina expendedora que funcionara en español. Andén 6 destino Salzburgo, una excursión cortita para visitar la cuna natal de Mozart.
El traqueteo y el madrugón hicieron que te durmieras a las primeras de cambio. Yo iba mirando por la ventana el bucólico paisaje de los Alpes lleno de florecillas amarillas y verdes praderas hasta donde alcanzaba la vista. Y montañas, altas cumbres que debíamos atravesar o subir para llegar a Salzburgo. Tu respiración acompasada a los saltos de las traviesas y tu cabeza apoyada en mi hombro. Una nube imposible tapó el sol por unos segundos y ante el tono gris que adquirió todo, no pude evitar pensar que, quizá, por estos mismos raíles habían viajado de ida sin vuelta muchos judíos durante la segunda guerra mundial. La vida a veces es en blanco y negro.
No sé el tiempo que llevábamos de viaje cuando, al fondo en la falda de la montaña, apareció la enorme boca de un túnel que se tragó el tren. Al instante las luces del convoy se encendieron despertándote.
El tren seguía avanzando, pero yo ya no era capaz de distinguir si de modo rápido o lento. Al asomarme por la ventana para intentar vislumbrar algo, el cristal me devolvía la imagen sonriente tuya y del resto de pasajeros. El tiempo dentro parecía no tener fin. El túnel tampoco. A mi me parecía que la marcha aminoraba mientras fuera era continúa la oscuridad.   

A nadie parecía preocupar que pudiéramos llevar horas o quizá ya días recorriendo un túnel hacia no se sabe dónde. Yo ya no entendía. Seguía intentando adivinar algo fuera, pero un color muerte lo colmaba todo. Pensé que podíamos estar parados. Que alguien vendría a rescatarnos. O que estaríamos perdidos para siempre en este túnel. O que, o que…tú seguías jugando con un mechón de pelo. Te miré suplicante y sonreíste. Suspiré. Fuera creo que seguía el traqueteo y la inexorable oscuridad. 

25 junio 2014

La Vida en Referente

Tal y como expresaba el gran José Luís Sampedro, la vida ha de ser siempre el referente. Y el tiempo no es oro, el tiempo es vida. Esa debe ser la máxima a aplicar. Y hablando de tiempo y de vida, este blog ya ha cumplido nueve vidas. Nueve años desde que se publicó la primera postal de esta vida en letras que es un blog. Un invento que, al principio era rápido y que, con el tiempo y el avance de las nuevas tecnologías, se ha vuelto un remanso de tranquilidad en el que guardar unas pocas palabras y un rincón en el que poder tomar un descanso un poco más amplio y más lejano de los ya manidos ciento cuarenta caracteres. Letras, letras, letras...me encantan las letras y me encanta que se paseen por aquí. Otro año más gracias por acompañarme durante todo este tiempo, por sus amables comentarios y críticas. Por todo. Amigos, vida, tiempo, letras...eso es un blog...eso es este blog. Gracias y seguiremos...

14 mayo 2014

El parte del tiempo

Hoy, papá, parece uno de esos días primeros de otoño que tanto te gustaban. De esos en los que un cielo encapotado anuncia la cercana llegada del invierno, pero que apenas deja una gotas de lluvia con las que remojar la seca sal que ahora tenemos en la garganta. Hoy, papá, sopla un viento un poco frío que agita las copas de los árboles y nos obliga a sacar del armario la rebeca para el alma que estaba guardada pacientemente.
Hoy, el parte del tiempo va a hablar de brumas matinales, de chubascos débiles, de días soleados por el sur, porque hoy el parte del tiempo va dedicado a ti y porque, en el fondo, hoy el parte del tiempo hablará un poco de todos nosotros.
Hoy, papá, cantamos soledades porque todos te acompañamos y porque tú nos acompañas.

Hoy…con este cielo encapotado, con este viento frío…porque estamos en mayo y es primavera…a pesar de todo.

15 febrero 2014

Spencer Ltd.

Ha muerto J. Spencer, famoso creador americano de puzles, rompecabezas y todo tipo de acertijos. Y resulta que el mito o leyenda del puzle al que siempre le falta una última pieza, es cierta. Lo confiesa el creador del primer puzle moderno en una carta póstuma encontrada entre sus cosas, en la que señala como causa una especie de paradoja sobre la imperfección del mundo. Si este no es perfecto, J. Spencer, consideró que todos los puzles que salieran de su ingenio o caletre lo harían sin solución, en el caso de los acertijos; o sin una  pieza en el caso de los puzles. Las máquinas de sus fábricas estaban concebidas tozudamente por ingenieros para ello, para troquelar una pieza de madera  menos.

Y yo, en la otra punta del mundo, lo he podido comprobar, tras intentar hacer un par de ellos con mi hijo. En la parte de atrás de la caja, siempre aparece el sello de Spencer Ltd. A eso se le llama hacer pingües beneficios de toda una mínima imperfección del terrenal mundo. O jugar un poco a dios, o pasar el rato, qué se yo. Descanse en paz el señor Spencer en cualquier caso.

08 enero 2014

El eco de los patos

La ciudad no me inspira. Las historias urbanitas tienen siempre como componentes o protagonistas a personas que llegan agotadas de sus trabajos, con un botón de la camisa desabrochado y la corbata suelta; o el pelo suelo o el tacón del zapato destrozado o con las punteras grises del roce. Sempiternas luces anaranjadas de eterno extrarradio. 
En la ciudad todo es movimiento; de coches, de personas; gente corriendo por todos sitios: unos haciendo footing porque se aburren en sus casas y no hay nada más sano para no pensar que sentir dolor físico, aunque sea por las agujetas que salen tras el ejercicio. Rotondas siempre atascadas de coches, malhumoradas caras tras los cristales en los semáforos…
Sólo alguna vez se puede ver el atisbo de lo que pueda ser la felicidad cuando encuentras algún personaje entre los plásticos de invierno de alguna terraza, o de los que se encuentran ocultos en bibliotecas o museos…el resto es movimiento, ajetreo, siempre cosas por hacer sin orden ninguno ni sentido… da la impresión de que todo se mueve en círculos, las ciudades se han convertido en un inmenso acelerador de partículas…humanas. 
En la ciudad el tiempo pasa muy rápido y de manera imperceptible; se puede llegar a perder el sentido de la realidad y hasta dejamos de oír el pulso vital que late dentro de nosotros. La gente anda perdida con ojos extraviados en sus pensamientos, y apenas atienden y responden automáticamente a las luces rojas y verdes de los hombrecillos que indican, en los semáforos, cuándo se puede cruzar y cuándo no…
En la ciudad todo se compra y se vende, las mercancías, los servicios, los domingos; están plagados los parabrisas de los coches de publicidad de puticlubs y servicios de señoritas con salidas a hotel y domicilios y todo tipo de facilidades, pago con tarjeta y discreción. En la ciudad todo es grande, hasta las desazones y las soledades, los desengaños…bueno, no todo, en la ciudad las personas son pequeñitas, lo son sus cosas y sus sentimientos, suicidios del tamaño de cajas de cerillas, asesinatos o robos en miniatura…todo un teatrillo de marionetas o un escaparate de tienda de juguetes.
En la ciudad no existe el presente, las cafeterías son vintage; los restaurantes modernísimos, el resto de cosas o muy nuevas, o muy viejas.

En la ciudad la vida se asemeja a un libro pensado por muchos autores, sin orden ni concierto y cuyo único mérito, casi exclusivo es, el haber sido escrito, aunque nadie sepa leer.
En la ciudad, las personas son como el eco de los patos: no se sabe si existe o simplemente es la reverberación de su propio graznido.