03 octubre 2011

Confesiones

-Tu, la verdad, es que eres perfecta como primera esposa. Con tu culito respingón, con tus pechos enhiestos y bien colocados, que me traen un recuerdo algo taurino; con tu forma de arreglarte y tardar dos horas justas de reloj antes de salir de casa a cualquier cosa; con tus caprichos de "ahora sí, ahora no"; con tu manera de no valorarme ni apreciar casi nada de lo que hago, a pesar de que me dices que soy muy bueno y que me quieres mucho; con tus ansias de libertad y con eso de que tenemos una relación muy infantil; eres preciosa y culta y lista...pero...- le dijo sin dejar de ensortijar el precioso pelo negro entre sus dedos; y mientras veían tumbados en el sofá una absurda comedia romántica de la que él, como siempre, se sentiría identificado con el personaje secundario que al final se quedaba con la chica...pero eso era el cine.


En ese instante notó como por el brazo que ella tenía agarrado resbalaba una lágrima...


En un primer momento no dijo nada, para después hipar un susurrante "pues déjame".


Aparecía el THE END en la pantalla cuando él suspiró:


-Es que no puedo, pero creo que llegará. Todo a su debido tiempo, todo a su debido tiempo...¿te apetece un café? Yo voy a por uno...

1 comentario:

Pedro J. Sabalete Gil dijo...

¿Perfecta como primera esposa? No creo que la mayoría de las mujeres que conozco le hubieran dejado continuar. Pobre chica y buen escenario que pide más.

Un abrazo.